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Desde el pasado 19 de agosto, cuando se decretó la hora cero para dar
inicio al paro agrario y popular a nivel nacional, el departamento de
Antioquia se ha mantenido firme en el cese de actividades agrícolas y
mineras así como en las exigencias que hoy, un mes después, no han sido
resueltas de manera digna.
Ante los constantes atropellos por parte de la policía de los que han
sido víctimas hombres, mujeres y niños por igual; los campesinos,
mineros e indígenas se han concentrado en el municipio de Barbosa
amparados bajo la figura de campamento de refugio humanitario.
Hasta el momento el paro deja como saldo dos heridos con arma de
fuego, decenas de heridos por gases, granadas y recalzadas que arroja
el Esmad, 12 detenciones, tres abortos a causa de los gases disparados
al refugio; pero además señalamientos por parte de las autoridades hacia
los líderes y los manifestantes ofreciendo recompensas por su captura,
las infiltraciones por parte de la Sijin, el sabotaje al refugio al
ofrecer pagar a quienes se fueran, golpizas, empadronamientos, requisas
exhaustivas y el uso excesivo de la fuerza de manera indiscriminada en
contra de cualquiera que exija sus derechos.
Sin embargo el panorama no es desalentador, un mes después de haber
comenzado el paro se han realizado talleres de formación de líderes,
talleres lúdicos y recreativos con los niños, jornadas culturales,
torneos de fútbol de hombres y mujeres interveredales, cineforos y radio
comunitaria diariamente. Es de vital importancia también la realización
del lanzamiento de la Constituyente agro-minera regional, la comisión
nacional e internacional de verificación en la que se hicieron denuncias
frente a la violación de derechos humanos y la preparación para los
próximos días de la cumbre agraria, minera y polular del noroccidente y
Magdalena medio.
Ha sido un mes para conocer nuevas personas e intercambiar
experiencias entre las diferentes regiones, ha sido un mes lleno de
vivencias, de historias alegres y de anécdotas no tan buenas, de nuevos
amigos y amores, de peleas que se han resuelto con el diálogo, con la
crítica y la autocrítica. Ha sido un mes de extrañar la familia, la
tierra, el trabajo; pero de comprender la dignidad que glorifica al
campesino, al minero, el indígena, al hombre y a la mujer que trabaja la
tierra y que lucha por ella, que lucha porque esa tierra que trabaja
sea para sus hijos y que sus productos sean para todos los colombianos
no para las multinacionales que se llevan todo y dejan la tierra
imposible para trabajar.
Aunque aún no se dan soluciones efectivas a las exigencias de los
manifestantes, sí se han logrado acuerdos con las autoridades
municipales y se está en proceso de iniciar la Mesa de Interlocución y
Acuerdos Departamental con el gobernador de Antioquia el próximo 24 de
septiembre con la presencia de los alcaldes de los municipios que
estamos en paro. Se ha logrado la vinculación y el apoyo de diversos
sectores como sindicatos, estudiantes y organizaciones culturales de la
ciudad de Medellín que se han manifestado con talleres, brigadas de
salud y jornadas culturales al interior del campamento. De la comunidad
barboseña se han recibido también ayudas que mediante recolectas han
llegado al campamento de refugio humanitario.
La organización y el empuje que han caracterizado a los valientes
trabajadores de la tierra, hace que se mantengan en pie de lucha,
dispuestos a demostrarle al mundo entero que el paro sí existe y
continúa mientras nuestros campos sean ocupados por otros, mientras no
contemos con vivienda, salud y educación para nuestros hijos, mientras
no se nos reconozca la territorialidad campesina, mientras nuestras
propuestas no sean tenidas en cuenta, mientras nuestras exigencias no
sean escuchadas.
Firmes y en pie de lucha, Coordinación Agro-Minera del Noroccidente y Magdalena Medio
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